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La lección del Solitario George: un llamado a la acción en el Día Internacional de la Tortuga

En el Día Internacional de las Tortugas, se hace imperativo recordar a una criatura especial y única: el Solitario George. Este ejemplar se distinguía no solo por ser el último de su especie, sino también por representar un inquietante recordatorio de los desafíos que enfrenta la conservación en nuestro tiempo. Su vida y su legado nos recuerdan cuán importante es proteger y valorar la diversidad biológica de nuestro planeta.

Nativo de la isla Pinta en las islas Galápagos, Solitario George era el último de su especie, la tortuga gigante de Pinta conocida científicamente como Chelonoidis abingdonii. Fue descubierto en 1971 por Jozsef Valvalgyi, un zoólogo húngaro especializado en moluscos que estaba realizando un estudio sobre los caracoles terrestres de la isla. Este hallazgo marcó un punto de inflexión en la historia natural, ya que se pensaba que esta subespecie estaba extinta.

El Solitario George alimentándose en el centro de crianza. Foto: Fundación Charles Darwin

Para intentar conservar esta valiosa subespecie, George fue trasladado al Centro de Crianza Fausto Llerena en la isla Santa Cruz. A pesar de los esfuerzos por aparearlo con tortugas de subespecies similares, las tentativas de reproducción resultaron infructuosas. Fue en este lugar donde George recibió su emblemático apodo de «Solitario», al ser el último representante conocido de su especie.

En 2012, George fue hallado sin vida en su corral por su fiel cuidador, Fausto Llerena. Se cree que su muerte se debió a su avanzada edad, que superaba los 100 años. Este suceso marcó oficialmente la extinción de su subespecie, causando un
impacto considerable en la comunidad global de conservación.

Con la intención de preservar su relevancia histórica y científica, el cuerpo de George fue trasladado al American Museum of Natural History en Nueva York después de su muerte. Aquí, expertos en taxidermia, incluido el reconocido George Dante y su equipo, llevaron a cabo un meticuloso proceso de conservación. Durante más de un año utilizaron técnicas avanzadas para asegurar que cada detalle de George se mantuviera intacto.

Proceso de taxidermia del Solitario George. Fuente: American Museum of Natural History

Desde septiembre de 2014 hasta enero de 2015, Solitario George fue exhibido en American Museum of Natural History, lugar que ofrecía las condiciones necesarias para preservar su cuerpo. A principios de 2015 su cuerpo fue llevado al centro de apoyo de George Dante. Mientras tanto, en Ecuador se llevaban a cabo preparativos para adecuar un espacio que cumpla con las condiciones requeridas para albergar al emblemático animal embalsamado.

El solitario George exhibido en el American Museum of Natural History. Foto: American Museum of Natural History

Cuatro años después de su muerte, el 17 de febrero de 2017, el cuerpo de Solitario George fue devuelto a las islas Galápagos en un emotivo acto que contó con la presencia de miembros del Parque Nacional Galápagos (PNG) y Galapagos Conservancy. Hoy en día se encuentra en la sala Símbolo de Esperanza en el Centro de Crianza Fausto Llerena, formando parte de ‘la Ruta de la Tortuga’, un tributo a la conservación de estas criaturas.

El Solitario George se encuentra actualmente en la sala de exhibición, Símbolo de la Esperanza. Foto: Parque Nacional Galápagos

Solitario George ha sido reconocido como patrimonio cultural debido a su significado único e irremplazable para la historia natural y la conservación. Su vida y su extinción son una evidencia palpable de las consecuencias de la intervención humana en los ecosistemas naturales. Su historia ha dejado una huella imborrable en la conciencia global acerca de la conservación de las especies, convirtiéndolo en un símbolo trascendental en la preservación de la biodiversidad.

Dato curioso:
Durante su célebre expedición a las Islas Galápagos en 1835, Charles Darwin documentó la siguiente anotación en su diario personal «Mientras permanecimos en esta región superior no comimos otra cosa que carne de tortuga; el asado con su caparazón, como la carne con cuero de los gauchos, resultaba un bocado sabrosísimo, y las tortugas jóvenes nos servían para hacer una excelente sopa. Sin embargo, debo decir que no me cuento entre los grandes aficionados a este manjar.”

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