Como artista o pintor, la primera batalla que surge es en el ámbito familiar, lograr que sus integrantes valoren el deseo y la inspiración de estar inmersos en la creación, en esa necesidad de transmitir sentimientos y emociones mediante líneas, formas y colores. Este fenómeno encuentra su reflejo en la figura de Martín Cano, distinguido artista ecuatoriano con más de 19 años de experiencia y numerosos reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional. Cabe destacar que su contribución al ámbito cultural fue honrada con la medalla al mérito cultural «Dr. Vicente Rocafuerte», otorgada por la Asamblea Nacional del Ecuador.
Nos cuenta cómo su versión de artista en crecimiento se cruzó con su época escolar, donde se le ofreció impartir clases de Dibujo Técnico. Pero realmente pensó en una idea mejor: “Dibujo técnico para la casa, vamos a implementar el arte en los chicos, chicos con hogares disfuncionales, con problemas de maltrato, entre otros”. De esa forma, siendo docente, impulsaba a sus estudiantes a crear algo diferente y los hacía sentir comprendidos e importantes.
Martín explica que él pinta desde su esencia, desde su felicidad, lo que le genera ideas y lo que está presente en lo cotidiano. Toma un elemento del entorno, se apropia de él y lo devuelve al público de forma distinta y visionaria. Por otra parte, si bien destaca la importancia de los galardones que ha obtenido a lo largo de su carrera, manifiesta: “Lo que conceptualmente consistía era en valorar esa pequeña trayectoria”.
Es integrante de ArteLatam, una plataforma de artistas europeos y latinos reconocidos internacionalmente que representa, convoca y lleva sus trabajos a diversos eventos culturales para acercarlos a más gente. Esos escenarios de alto nivel funcionan para promover el arte y generan mayores movimientos a nivel comercial para los creadores. Adicionalmente, forma parte de la exposición «Los colores de Miami», un proyecto de exhibición colectiva, y tiene otros planes a futuro en Miami, Florida y Nueva York
Sus obras tienen como propósito generar efectos en el público y también causas a través de las preguntas que se formulan en sus mentes. La raíz está en despertar la curiosidad, y es que los espectadores se identifican con el arte, entrelazan la memoria colectiva. Entonces, “la obra empieza a revivir”, dice Martín.
Mira la conversación completa con Martín en «Conversaciones frente al mar».