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Montecristi: cuna del valor y la elegancia

El general Eloy Alfaro Delgado, el Viejo Luchador, nace en este bello pueblo de la provincia de Manabí, ubicado a tres horas de Guayaquil , en junio 25 de 1842 y muere asesinado en Quito el 28 de enero de 1912 en la denominada “hoguera bárbara”, ya que fue masacrado y luego incinerado por sus principios políticos junto a su hermano Medardo, su sobrino Flavio y varios de sus lugartenientes.

El general Alfaro, hijo del español Manuel Alfaro González y de la ecuatoriana María Natividad Delgado López, vivió en Montecristi hasta los 13 años de edad y luego acompañó a su padre en sus negocios en Panamá, donde conoció y se casó con la dama panameña Ana Paredes Arosemena, con quien tuvo 9 hijos.

Sergio Cedeño Amador y sus familiares posando junto a un retrato histórico del «General de las 100 batallas». Foto: Cortesía

Dedicó su vida entera a luchar por la libertad y por los derechos de los ecuatorianos, por lo que fue exiliado en varias oportunidades a Centroamérica y en 1880 el Gobierno de Nicaragua le otorgó el grado de general de División y Ecuador lo nombró general de Brigada en 1883.

Alfaro fue presidente en dos ocasiones de 1895-1901 y de 1906 a 1911 y fue el artífice y líder máximo de la Revolución Liberal Radical que culminó el 5 de junio de 1895.

Ciudad Alfaro, eterno hogar del General Eloy Alfaro. Lugar donde descansan las cenizas del ‘Viejo Luchador’, bajo el mausoleo que honra su lucha por la libertad del Ecuador. Foto: Cortesía

Eloy Alfaro con sus virtudes y defectos es reconocido por la mayoría de habitantes de nuestro país como el “Mejor de los ecuatorianos de todos los tiempos” y es venerado en su pueblo Montecristi, en todo el Ecuador y en muchos países del mundo donde hay monumentos y estatuas en su honor por ser el “paladín de la libertad del Ecuador”.

En su impresionante pueblo Montecristi que recorrí una vez más y donde reposan parte de sus cenizas se siente su presencia y emociona oír a la gente, incluso a los jóvenes, hablar del “General de las 100 batallas”, a quien nadie olvida y todos reverencian con una frase “¡Viva Alfaro, carajo”!

El interior del mausoleo de Eloy Alfaro, una obra maestra creada por el arquitecto Francisco Aguilera y el artista plástico Ivo Uquillas. Foto: Cortesía

Mi abuelo Federico Cedeño Darquea, nacido igualmente en la provincia de Manabí me contaba de niño que su padre había sido amigo y hasta pariente del general y eso nunca olvidaré.

Dos de sus frases célebres:

Los hombres indiferentes a la desventura de la nación, aunque sean privadamente laboriosos, son auxiliares inconscientes de la corrupción y la desgracia de los pueblos”.

“Cuando desaparece la práctica de la justicia, se viene al suelo el edificio social que llamamos nación”.

Sergio Cedeño Amador
Sergio Cedeño Amador
Miembro de la Academia de Historia del Ecuador
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