Para referirme a este evento climático debo remontarme a una experiencia vivida hace 26 años en la hermosa ciudad de Bahía de Caráquez. En aquel tiempo fuimos golpeados por uno de los eventos de El Niño más fuertes registrados hasta la fecha, el de 1997/1998. Este evento trajo consigo lluvias de una intensidad nunca antes vista en la región, seguido de un devastador terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter.
En aquel entonces me desempeñaba como operador en el sector turístico y hotelero. Desafortunadamente, estos desastres naturales mermaron significativamente nuestra afluencia de visitantes, reduciéndose a menos del 1% de lo que solíamos recibir en los tres años previos.
La historia comienza el 26 de noviembre de 1997. Me encontraba en el malecón, esperando una pizza en el restaurante de Donatello, situado cerca de lo que hoy es Puerto Amistad y el punto donde se encuentra el puente más largo de Ecuador, que une Bahía y San Vicente. Sin embargo, esto sucedió casi 13 años antes de su construcción, la cual finalizó en octubre de 2010. Inesperadamente comenzaron los primeros aguaceros intensos asociados a El Niño. La fecha quedó grabada en mi memoria, pues al día siguiente tenía planeada una expedición con amigos, todos buzos profesionales.
Es relevante mencionar un cambio en la nomenclatura utilizada para referirnos a este evento: antes se llamaba «fenómeno», ahora se llama «evento». Esto se debe a que se ha reconocido la recurrente aparición de este suceso a lo largo de los años. El nombre «El Niño» fue acuñado por los pescadores de las costas de Ecuador y Perú en el siglo XIX. Estos pescadores notaron que en ciertos años las temperaturas del agua del océano Pacífico se calentaban alrededor de la época navideña debido a la corriente cálida de Panamá. Así, en referencia a la celebración navideña del nacimiento del niño Jesús, denominaron a este evento «El Niño».
Los pescadores notaron que los grandes bancos de peces abandonaban la superficie del mar, posiblemente en busca de los nutrientes que proporciona la corriente de Humboldt. Esta corriente de agua fría y densa suele manifestarse a grandes profundidades, pero durante el verano un fenómeno de surgencia lleva el agua fría a la superficie.
Los primeros registros oficiales de este fenómeno climático provienen de navegantes y viajeros. Por ejemplo, uno de estos registros, fechado entre 1789/1793, fue documentado por el historiador británico Richard Grove. Según sus escritos, varios observadores de la época reportaron sequías severas en Asia, Australia, México y el sur de África. Se sospecha que este fenómeno climático pudo haber causado la hambruna que precedió a la Revolución Francesa.
Otro registro notable data de 1891, según lo detallado por J. Busiek en 2015. A principios de ese año, un viajero de nombre S.M. Scott, quien se encontraba alojado cerca de Talara en el noroeste de Perú, plasmó en una carta, escrita 34 años después, su recuerdo acerca de la impresionante formación de nubes en el horizonte:
«Un cielo bajo y densamente nublado, calor intenso, gran humedad y un mar aceitoso, así comenzó… La lluvia cayó en torrentes inimaginables durante semanas… Después del anochecer, el mar brillaba con relámpagos fosforescentes a lo largo de la costa… Si el mar estaba lleno de maravillas, la tierra lo estaba aún más… El desierto se convirtió en un jardín.» (Traducido del inglés)
En 1892, el capitán peruano Camilo Carrillo observó una inusual corriente cálida en las habitualmente frías costas de Perú. Describió una escena surrealista: «Enormes tiburones devoradores de hombres» según Busiek son actividades típicas de las cálidas aguas de Panamá, además continuó Carrillo relatando que plátanos, cocos y serpientes fueron arrastrados por la corriente, enjambres de insectos desconocidos en el aire y un desfile de arañas invadieron su casa.
Hay otros episodios interesantes relacionados con los años más intensos de El Niño. Durante el siglo XX, el meteorólogo Jacob Bjerknes propuso que El Niño está intrínsecamente vinculado a la Oscilación del Sur. Según él, existe una correlación física entre la fase de alta presión anómala en el Pacífico occidental y la fase de calentamiento inusual del Pacífico oriental, que coincide con un debilitamiento de los vientos alisios del este. En Ecuador, gracias a nuestras estaciones verde y seca, por la influencia de la corriente cálida de Panamá y la corriente fría de Humboldt, disfrutamos de un clima perfecto todo el año.
El evento de El Niño de 1997/1998 fue el más extremo jamás registrados en el perfil costero del Ecuador. Así fue como una tarde de noviembre de 1997, tras cesar la lluvia de una tormenta del norte que duró casi cuatro horas, las calles del lado de la bahía quedaron inundadas. Aquello fue un preludio de lo que estaba por venir: este evento resultó ser el más intenso registrado en la historia. En Ecuador el daño se estimó en 2,8 mil millones de dólares, cuatro veces más que el evento de 1982/1983.
Se estimó que las vidas de siete millones de personas en Ecuador fueron impactadas de alguna manera por este evento oceánico y atmosférico. La provincia de Manabí, donde se ubica Bahía, fue la más perjudicada. Debido a ciertas peculiaridades de las corrientes atmosféricas, Bahía de Caráquez se convirtió en la ciudad más golpeada de toda la costa ecuatoriana. Fue una de las ciudades más afectadas por El Niño en toda la costa occidental de las Américas. Frases como «no tenemos nada, hemos perdido nuestra casa, nuestras tierras cultivables y a un miembro de la familia» se escuchaban con frecuencia.
Este evento de El Niño de 2023 vino precedido de indicadores biológicos. ¿Cuáles fueron estos? Las miles de aves marinas que migraron desde el perfil costero del Perú al del Ecuador en busca de alimento. Según las autoridades peruanas, la anchoveta migró a más de 120 metros de profundidad, fuera del alcance del buceo de los piqueros peruanos, del cormorán guanay y otras especies, que como máximo pueden sumergirse entre 6 a 10 metros de profundidad. Solo en los meses de mayo y junio, según datos del Ministerio del Ambiente y Agua, se reportaron 8.000 especímenes muertos. En la zona de Bahía de Caráquez los pescadores nunca habían visto al cormorán del sur (o cormorán guanay).
Siempre esperamos que la corriente de Humboldt pueda hacer su labor y enfriar, en particular, la costa de Ecuador. Pero hoy tenemos condiciones invernales en la playa, es decir, poco viento, lo que genera preocupación y nos motiva a prepararnos para lo que podamos mitigar, dado que parece ser que El Niño está todavía en su fase inicial. Actualmente se espera que este El Niño sea de moderado a fuerte. Lo preocupante es que el 40% de todos los mares del mundo están sobrecalentados. ¿Podría esto tener alguna repercusión en el desarrollo de El Niño?
Recientemente, el oceanógrafo Franklin Ormaza (26 de julio de 2023) me informó a través de un tuit que la anomalía de temperatura de la superficie del mar (TSM) está disminuyendo rápidamente gracias al movimiento hacia el norte y la surgencia de la corriente marina Humboldt, que está mezclando aguas más frías con la superficie. Además, se ha observado que los vientos alisios también están afectados, con velocidades superiores a 5/10 m/s. Esta disminución del contenido de calor es un indicio alentador en medio de la preocupación por el evento de El Niño 2023/2024.
Al observar el perfil costero de Ecuador, las imágenes del 25 y 26 de julio muestran cómo la TSM de 26°C está avanzando hacia el cabo San Lorenzo y acercándose cada vez más a la línea ecuatorial. Estas son mediciones importantes que nos mantienen alerta, ya que podrían influir en el pronóstico de la intensidad de este evento de El Niño.
Así, mientras reflexiono sobre aquella tarde de noviembre de 1997 y sus consecuencias, sabemos que la naturaleza puede ser implacable y que debemos estar preparados para enfrentar cualquier desafío que nos depare el futuro.