Se dice que el rey de los frutos es el mango (Mangifera indica), pero la reina es el mangostán (Garcinia mangostana) por ser la fruta tropical más elogiada, cotizada y deliciosa del mundo.
Originaria de Indonesia, es muy popular en todo el sudeste asiático, especialmente en Malasia, Filipinas, Tailandia, India, China, etc., donde es muy conocida también por sus comprobados poderes curativos, antioxidantes y regenerativos debido a su alto contenido de vitaminas, minerales y antocianinas.
Las primeras, pero pocas, plantas en América fueron introducidas en 1850 en la isla de Trinidad desde los invernaderos del Real Jardín Botánico de Kew en Inglaterra, país donde, según una leyenda, la reina Victoria (1819-1901) ofrecía el título de sir a la persona que hiciera crecer masivamente el mangostán en Inglaterra.
En 1926, el famoso Plant Hunter y botánico Wilson Popenoe, contratado por la empresa bananera United Fruit Company (hoy Chiquita), fundó en la costa norte de Honduras, cerca de la ciudad de Tela, el “Jardín Botánico Lancetilla”. Con 1.681 hectáreas, es el más grande de América y procedió a sembrar allí más de 1.000 especies de plantas, tales como las primeras palmas africanas (Elaeis gineeensis) en nuestro continente, el caucho (Hevea brasiliensis) de Brasil, etc. Pero especialmente frutales tropicales exóticos y asiáticos como el “litchi” (Litchi chinensis), “rambután” (Nephelium lappaceum), y la plantación más grande de América con 70 hectáreas que aún existe de su fruta preferida: el “mangostán”, fruta que luego fue propagada, distribuida y sembrada en pequeña escala en Hawái y en varios países de América, donde ha llegado a costar hasta $10 cada fruta.
En su famoso libro Manual of Tropical and Subtropical Fruits, escrito en 1920, el Dr. Wilson Popenoe, quien luego fue el primer director de la Universidad Zamorano de Honduras, hace una apología de la insuperable reina de las frutas: el mangostán.
Muchas gracias estimado amigo Manuel Ramón León Mosquera por enviarme un cargamento de ese “tesoro asiático”.