Al preparar los alimentos, la cocina se transforma en un área de creación artística, donde las ollas se convierten en lienzos en los que se plasman los platillos más deliciosos.
Este arte guarda en su interior conocimientos ancestrales que le otorgan un toque especial a las comidas. Por ejemplo, las personas del campo, al cocinar los alimentos con leña, cambian y hacen único su sabor.
Sin embargo, con la modernización y el procesamiento de productos o especias artificiales, estos saberes y sabores ancestrales han ido quedando en el olvido, por lo que surge la necesidad de conservarlos.
La idea de preservar estos saberes nace de la artista visual Patricia León Guerrero, tras su paso como investigadora en proyectos como la construcción del malecón de La Libertad en el año 2000 y las relaciones comunitarias del bloque petrolero Gustavo Galindo Velasco en Ancón.
Durante este tiempo descubrió que los habitantes de la localidad no solo trabajaban en la construcción y recolección de piedras y materiales de construcción, sino que poseían saberes y conocimientos desde tiempos antiguos.
Desde hace cinco a seis generaciones se habían dedicado a pastorear animales, tejer y al manejo de las cuchillas. Sin embargo, a mediados del siglo XX la sequía los obligó a buscar otra forma de supervivencia.
Al dialogar con la gente mayor de ese sector, Patricia fue registrando las particularidades de ciertos platos de comida, como el caldo de jaiba, sudado de michulla, el enterrado, caldo de bola de atún, y aguado de morena, haciendo énfasis en los recipientes que se utilizaban y su elaboración.
Esta exploración y recopilación de datos motivó aún más a Patricia –quien también es pintora y educadora– a implementar programas de recuperación de saberes en las poblaciones y jóvenes para el desarrollo de la educación ambiental e investigación sobre artesanías, cerámica utilitaria y alimentación nativa.
El taller de cerámica utilitaria le permitió concretar el concepto de cocina nativa, al tener la oportunidad de conocer las herramientas que se usaban antiguamente para almacenar y cocinar los alimentos.
Estas ollas, hechas a mano, sellan una información como el ADN, es decir, el sabor de estas comidas se convierte en una identidad que los conecta con sus antepasados. Lo mismo ocurre con el arte de salar las carnes y ponerlas al sol para conservarlas durante más tiempo.
Por otra parte, en su faceta de artista-pintora, León ha creado un espacio cultural en Guayaquil denominado Ciudad Cacau – lounge art chocolat, una sala de artes, saberes y cacao, con la que vincula conocimientos y elabora proyectos como consultora independiente.